viernes, 15 de febrero de 2013

No es un adiós...

¡Hola!
     Para aquell@s que no me conozcan, trabajo en una tienda de ropa. Os lo cuento porque viene al caso con la tarta que os voy a enseñar hoy. Llevaba casi 4 años trabajando en la misma tienda, y el viernes pasado fue mi último día. Sigo trabajando para la misma empresa, pero me han mandado a otra tienda. Estoy muy contenta con el cambio porque es una tienda más grande y más céntrica (en plena Gran Vía madrileña) y el aire fresco siempre viene bien para oxigenarse. Sin embargo, voy a echar de menos a mis compis. Después de tanto tiempo de vernos las caras a diario, y después de algunas cervecitas tras los cierres, es inevitable cogerse cariño. Me voy habiendo aprendido mucho de cada un@ de mis compañer@s, tanto los que llevan conmigo desde el principio, como los que llevan unos meses con nosotros. Son tod@s gente estupenda, cada un@ diferente, y toda esa diversidad nos hace crecer a tod@s.
     Me llevo muchos recuerdos buenos y bonitos y por supuesto alguno amargo, pero son pocos y creo que de ellos también he aprendido, posiblemente más que de los buenos. Sé que este tipo de cosas siempre se dice en las despedidas y puede sonar un poco falso o demasiado típico, pero es que es cierto. Las despedidas tienen esa cosa de hacernos recordar las cosas buenas y pasar un poco por alto las no tan buenas.
     Y para despedirme de mis compis dejándoles un buen sabor de boca pensé en llevarles una tartita. Tuve poco tiempo para hacerla, por lo que los acabados no son muy espectaculares, pero la hice con todo mi cariño y creo que la disfutaron, que al final es lo importante.



     La tarta era sencilla, de bizcocho de chocolate relleno de ganache de chocolate blanco y mermelada de melocotón. El bizcocho lo empapé en almíbar de melocotón (con un poco de whisky al melocotón). Lo malo es que no puedo deciros si estaba buena o no porque no pude probarla ya que ¡¡estoy a dieta!! ¡¡horror!! Me han dicho que quedó muy buena, pero yo no os lo puedo asegurar porque no la caté. Tendré que fiarme de la palabra de l@s demás.


     Mi proceso a la hora de hacer tartas dura tres días normalmente. Un día hago el bizcocho, al siguiente lo relleno y al tercero monto y decoro la tarta. Esto es porque el bizcocho suelta menos migas y queda más compacto si lo dejamos que se asiente durante un día, así luego es más fácil trabajar con él. El segundo día lo relleno y lo meto en la nevera, para que el relleno se asiente también y tenga la consistencia adecuada a la hora de cubrir la tarta. Intento siempre que puedo hacer cuantas más cosas pueda de la decoración un día antes de ponerme a decorar, pero la verdad es que no siempre es posible.


     Si son figuritas modeladas sí que es bueno que reposen y se endurezcan un poco, pero por ejemplo los volantes de esta tarta tuve que hacerlos en el momento porque si se secan no se puede trabajar con ellos ya que se vuelven quebradizos.


     Por si alguien le interesa, el cake stand de cristal de las fotos es de Ikea y no fue muy caro, creo que costó alrededor de 16€. Tiene además una tapa también de cristal de estas redondas con una bolita arriba para asirla. No sé si se aprecia bien en las fotos, pero la base tiene un relieve floral muy discreto.


     Pues hasta aquí la entrada de hoy, que va dedicada por supuesto a tod@s mis compis de Velázquez. Os echaré mucho de menos, espero que nos veamos pronto. Además, ya sabéis, cambios constantes, tarde o temprano volveremos a encontrarnos. Esto no es un adiós, es un hasta-más-ver.

     Feliz fin de semana a tod@s, hoy empìezan mis VACACIONES ¡yuju! Sólo es una semanita, pero las vacaciones siempre son bienvenidas.

¡Un abrazo!



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